Programa 1x09
El extraño caso del cabo Valdés
WWW.ELFACTORENIGMA.COM
1x13 Evento Tunguska. Enigma en Siberia.
1x12 Rendlesham Forest. OVNIS y militares
1x11 Los OVNIS en la sierra de Madrid
1x10 Los curiosos fuegos de Laroya
1x09 El extraño caso del cabo Valdés
1x08 Las luces de Lubbock
Nuevo elemento
1x07 Crímenes rituales: El exorcismo del Albaicín
1x06 El monstruo de Flatwoods - Hipótesis Feschino
1x05 Las apariciones de Garabandal
1x04 Conspiración y fantasmas en el hotel Corona de Aragón
1x03 "El Ente" ¿Qué hay de cierto?
1x02 Luces, humanoides e infiltrados. Caso Conil.
1x01 El encuentro del vuelo IB-249
HISTÓRICO DE PROGRAMAS
¡Hola, me alegro de que hayas venido! ¡Muchas gracias por volver a visitarme! Como siempre te doy la bienvenida a este pequeño rincón, donde entre libros, documentos, legajos, y cajones llenos de pruebas y objetos asombrosos, repaso junto a ti los más misteriosos sucesos. Espera, dame un segundo para que retire esas carpetas y puedas sentarte. ¿Quieres saber qué contienen? Quizá te apetezca echarles un vistazo. Son un puñado de papeles sobre un interesante caso OVNI. Ya sabes que es uno de mis temas favoritos. Como creo haberte comentado, probablemente me guste tanto porque aunque lo englobemos todo dentro del mismo fenómeno, es tan variado que estoy seguro de que no es una única causa lo que da lugar a tantos casos. Hace años que pienso que ni todo es Venus ni todo son naves extraterrestres o seres interdimensionales. Creo muy probable que existan múltiples causas, a muchas de las cuales actualmente desconocemos la explicación. Como nuestros antepasados no sabían dar explicación al rayo. Esas explicaciones, aún desconocidas, a las que yo llamo "el factor enigma". Y que conste que cuando hablo del factor enigma no me refiero a buscar una explicación como sea. Sino a que esa explicación encaje como un guante y no haya lugar a dudas. Pues en ocasiones se han buscado causas entre comillas "naturales" que cojean más que las teorías más entre comillas también "magufas". Siempre he dicho que si las piezas ajustan, se resuelve el puzzle. Si faltan piezas, aún no está resuelto. Pero si forzamos para hacer encajar piezas que no pertenecen al rompecabezas, podemos romperlo. Creo que hay que tener paciencia para que la ciencia, la historia o la experiencia nos den las piezas que faltan en la resolución de esos factores enigma. Pero no me dejes divagar tanto, que me alejo del caso que quería explicar: del que se habla en estos papeles: Probablemente si te menciono un suceso en Estados unidos, en el que un grupo de luces en formación de boomerang cruza el cielo nocturno, tu mente vuele hasta el caso de las luces de Phoenix en 1997, del que quizá te hable en alguna ocasión. Ese es uno de los más conocidos de la casuística estadounidense, pero el que te voy a relatar hoy es bastante anterior. Aun así, también es todo un clásico. Y esto se debe principalmente a tres cuestiones que hacen este caso llamativo: Que el suceso se repitió durante varios días. El gran número de testigos, y la calidad de científicos de algunos de ellos. ¿Quieres que te cuente más detalles? Pues dame un momento para que mientras te acomodas te prepare una taza de té caliente. Nos disponemos a viajar al estado de Texas, en los lejanos años 50. Como te decía, volvemos, una vez más a los Estados Unidos de América, en la icónica época de los años 50. A ese ambiente en general conservador y anticomunista de la Guerra Fría. A esa época de proyectos secretos, espías y conspiraciones gubernamentales. Mucho ha crecido la ciudad tejana de Lubbock desde entonces. Sus habitantes, que ahora rondan los 260.000 eran unos 70.000 en 1950. La población se había duplicado desde 1940 y se volvería prácticamente duplicar en 1960. Con una superficie de 320 kilómetros cuadrados, se trata de una ciudad amplia pero baja. En la que prácticamente sólo los edificios públicos y empresariales superan las 3 alturas. A vista de pájaro ofrece un organizado entramado de casitas bajas unifamiliares, con su trocito de jardín. En los años 40 se construyó la base de la fuerza aérea de Reese, al oeste de la ciudad que fue utilizada como centro de formación de pilotos, hasta ser cerrada en los 90. Actualmente, en ese espacio se sitúa un centro empresarial y tecnológico. Un poco anterior a la base aérea militar, en los años 30, se construyó un aeropuerto, al noreste de la ciudad. Que aunque durante la segunda guerra mundial fue utilizado como aeródromo militar, en 1947 fue nuevamente destinado a la aviación civil. Actualmente es conocido como Aeropuerto Internacional Lubbock Preston Smith. En 1970 sufrió un fuerte tornado que destrozó prácticamente la cuarta parte de la ciudad. Lubbock también tiene espíritu estudiantil. La ciudad aloja la Universidad Tecnológica de Texas desde 1923. Y en ese círculo universitario fue precisamente donde se escucharon las primeras voces sobre el caso que te traigo. La noche del 25 de Agosto de 1951, cuatro profesores de la universidad se encontraban de tertulia en jardín del Dr. Robinson, geólogo. Eran, además de este, el profesor de ingeniería química Dr. Oberg, el profesor de física Dr. George, y el Director del departamento de ingeniería petroquímica, el Dr Ducker. Los cuatro tomaban té. Y no lo digo porque sea lo mismo que te he ofrecido a ti, sino por evidenciar que estaban tomando té, y no whisky… Observaban el firmamento mientras mantenían una distendida charla sobre micrometeoritos, cuando a las 21:10 algo llamó su atención. Un grupo de unas 20 o 30 luces verdiazuladas que formaban prácticamente un semicírculo cruzaron a alta velocidad y de norte a sur sobre sus cabezas. El paso de las luces no fue acompañado de ningún ruido. Los puntos de luz tenían una intensidad aparente similar a la del resto de las estrellas, pero se veían más grandes. La velocidad a la que sucedieron los hechos, impidió que los profesores captasen más detalles concretos sobre las luminarias. Momentos después, el fenómeno se repitió. Pero las luces estaban simplemente agrupadas , sin mantener una formación definida. Esa misma noche, los profesores daban parte al periódico local, que publicaba la noticia el día 26 de agosto. Durante unas semanas más los científicos continuaron viendo las luces desde sus casas. Llegaban a repetirse incluso tres veces en una misma noche, y según afirman en algún documento, con una cadencia de una hora y diez minutos entre una y otra. Aunque solo contaban los que habían sido vistas por lo menos por dos de ellos, contabilizaron al menos una docena de pasadas de estas luces. Como hombres de ciencia que eran, trataron de analizar el fenómeno: Una de sus particularidades era que el paso siempre era de norte a sur. Si dividiéramos toda la bóveda celeste en 180 grados, las luces no se veían de horizonte norte a horizonte sur. Simplemente aparecían en un ángulo de 45 grados sobre el horizonte norte, cubrían en tres segundos 90 grados de firmamento, y a 45 sobre el horizonte sur volvían a desaparecer, sin aparente cambio de tamaño durante toda la trayectoria. Llegaron incluso a reclutar a compañeros para formar dos grupos, que siguiendo la línea que trazaban las luminarias, se situasen separados unos 15 kilómetros. Unos en el sur y otros en el norte. Comunicados por radio, en el momento de ver los ovnis, calcularían su angulación con respecto al horizonte. Entonces sería fácil, conociendo la distancia entre los dos grupos y los dos ángulos con respecto a la tierra, calcular aproximadamente la altura a la que volaban las luces. ¿Ves cómo estudiar geometría en la escuela tenía utilidades prácticas? Pero no. Casualmente, la noche que realizaban este experimento los puntos de luz no se dejaban ver. Lo realmente frustrante, era saber, al volver a casa, que sus mujeres sí habían visto las luces desde sus patios en la ciudad. Esto nos puede dar un interesante dato para confirmar hipótesis que veremos más tarde. ----- Y esta es, a grandes rasgos, la experiencia vivida por los cuatro profesores de la Universidad Tecnológica de Texas. Hay que reconocer que semejante plantel de testigos no es habitual en los avistamientos ovnis. Así como tampoco lo es el hecho de que estos se repitan casi con puntualidad británica durante unas semanas, y luego no se vuelvan a repetir. Durante ese periodo, fueron cientos las personas que aseguraron haber visto las luces. ¿Cuántas de esas personas las vieron realmente? ¿Cuántas fueron sugestionadas por la aparición de la noticia en la prensa y vieron lo que quisieron ver? Lo cierto es que muchos de esos testimonios coincidían en fechas, horas y rumbos con los de los profesores. Entre todos estos "testigos adicionales" sobresale uno. El único que al parecer tuvo la ocurrencia de hacer lo que no me explico por qué no hicieron otros, sabiendo que estos ovnis tenían costumbres y rutinas bastante definidas. ----- Carl Hart era un joven estudiante de primer año en la Texas Tech. La noche del 31 de Agosto, se encontraba en su cama junto a la ventana en la planta alta de su casa. Como todos los habitantes de Luboock, a esas alturas ya había oído hablar de las luces nocturnas, y esa noche las vio. Vinieron desde el norte y dejó de verlas cuando el techo de su habitación le impidió observar cómo cruzaban por encima de su casa. Entonces, consciente de que los testigos decían que esas luminarias realizaban diferentes "pases", tomó su cámara Kodak 35 y salió al patio trasero de su casa. Y se quedó esperando. Por si te interesa la fotografía, te diré que configuró la toma a f 3.5 que era la máxima apertura de diafragma que ofrecía ese modelo y con una tiempo de exposición de una décima de segundo, que también era el máximo que permitía la cámara sin recurrir a la posición B. Lo que no he conseguido averiguar es la sensibilidad de la película. Y efectivamente, las luces volvieron a pasar. No una, sino dos veces. Y Hart tuvo tiempo de disparar dos fotos en el primer pase y tres en el segundo. La verdad es que el joven no daba mucho por las fotos antes de revelarlas, pues pensó que las luces eran tan tenues que no saldrían en las imágenes. Al día siguiente, Hart llevó el rollo al laboratorio de revelado de un amigo, y la sorpresa fue encontrarse los negativos impresionados con unos puntos de luz que dibujaban una especie de ala delta en la imagen. Como te imaginarás, las fotos también acabaron en el periódico, y desde entonces se han convertido en unas de las más famosas fotografías de ovnis existentes. ---- Se realizaron análisis sobre las fotografías de Hart, y te hablaré de ello un poco más tarde. Evidentemente, el gobierno de los Estados Unidos se interesó por el asunto. La información llegó a las manos del capitán Edward Joseph Ruppelt en el ATIC, la central de inteligencia de técnica aérea justo en la época en la que comenzaba a tomar forma el Proyecto Blue Book. A finales de septiembre de 1951, el capitán Ruppelt recibió informaciones desde la base de la fuerza aé rea de Lubbock. Pero también desde Albuquerque, Nuevo México, y desde una estación radar en la base de Larson, en el estado de Washington. En el informe de Lubbock se incluían los datos sobre el avistamiento de los profesores, las fotografías de Hart y el testimonio de dos mujeres que el 31 de agosto habían visto algo extraño en un viaje por carretera. Las dos mujeres, una madre y su hija, habían salido de Matador, a unos 100 Km al noreste de Lubbock, alrededor de las doce y media de la noche. Iban conduciendo en su coche cuando de repente vieron un objeto en forma de pera a unos 150 metros de ellas. Estaba al lado de la carretera, flotando a una altura aproximada de 35m. Se desplazaba lentamente hacia el este, como si viajase a la deriva, mecido por el viento. Continuaron por la carretera unos 50 metros, se detuvieron y salieron del automóvil. El objeto, cuyo tamaño asemejaron al de un avión B-29, todavía se desplazaba lentamente. La hija estaba bastante familiarizada con los aviones. Su esposo era oficial de la Fuerza Aérea, y había estado viviendo cerca de bases aéreas durante varios años. No escucharon ningún ruido, pero vieron una ventanita en el costado del objeto. Repentinamente el objeto comenzó a ganar velocidad y rápidamente se perdió de vista ascendiendo en un movimiento espiral. El informe proveniente de Albuquerque, en Nuevo México, mencionaba que el día 25 de agosto a las 21:00, un matrimonio que observaba el cielo desde su patio, había visto sobrevolando silenciosa y rápidamente su casa, un enorme avión con forma de V, con luces a lo largo del fuselaje . Estimaron la altura a la que volaba en unos 250 o 300m, y afirmaron que el tamaño equivalía al 150% de un B-63, modelo que estaban acostumbrados a ver volar en su zona. El rumbo del objeto, era de Norte a Sur. Desde la base aérea de Kirtland en Albuquerque habían hecho los deberes, y habían comprobado que esa noche, a esa hora, no había ningún avión sobrevolando la zona. Sobre la fiabilidad de los testigos, se dio por supuesta. El hombre trabajaba para la Comisión de Energía Atómica en la base Sandía. Disponía autorización de seguridad Q . Equivalente en ese departamento a la de Alto secreto en Defensa. En cuanto al informe de la estación de radar en el estado de Washington, mencionaba que a primera hora de la mañana del 26 de agosto, horas después del primer avistamiento de Lubbock, dos radares diferentes habían mostrado un eco volando a 1400 Km por hora a 4.000 m de altura en dirección noroeste. El objetivo había sido permanecido en las pantallas durante seis minutos y se había autorizado un scramble de un F-86, pero para cuando el interceptor despegó , el objetivo había desaparecido. El informe aclaraba que no se trataba de un falso eco relacionado con factores meteorológicos, pero posteriormente, las altas jerarquías militares dieron precisamente esta explicación al fenómeno. Los tres informes, que parecían estar vinculados, fueron estudiados en conjunto, en el caso que el Proyecto Blue Book vino a llamar "Las luces de Lubbock" El capitán Ruppelt no dudó en desplazarse hasta Lubbock para investigar los acontecimientos y entrevistarse con los testigos. Además de con los profesores universitarios y con el joven artífice de las fotografías, que le prestó 4 de los 5 negativos obtenidos aquella noche, tuvo encuentros con muchas más personas en Lubbock y los alrededores que habían visto las luces, incluidos dos controladores de torre en el aeropuertos. Una de las declaraciones que mayor interés causó en Ruppelt fue la de un anciano en el pueblo de Lamesa. Este hombre y su esposa, desde que vieron la noticia de las luces en el periódico, habían estado observando el cielo. De hecho llegaron a ver las luminarias . Y en un principio se asustaron, hasta que en una de las pasadas escucharon un sonido que hizo que identificaran el fenómeno inmediatamente. Según el anciano, las luces avistadas por los testigos eran bandadas de chorlitos, cuyas blancas pecheras reflejaban la poca luz del ambiente . Ruppelt se entrevistó entonces con un guardabosques de Lubbock, que le confirmó que el pecho blanco de los chorlitos podía reflejar la luz, pero que no era nada habitual que volasen en grupos de más de tres individuos. Quizá esto fuese más habitual en los patos. De vuelta a Wright Patterson, en el vuelo entre Lubbock y Dallas, Ruppelt conoció a un ranchero que le narró a modo de confidencia, que después del anochecer, su esposa salió al patio a recoger la colada del tendedero. Esta observó un gran objeto deslizarse rápida y silenciosamente sobre la casa. Dijo que parecía "un avión sin cuerpo "y que en el borde posterior del ala había pares de brillantes luces azuladas. Exactamente la misma descripción que mencionaban los testigos de Albuquerque. Nada más llegar a Dayton, llevó los negativos de Hart al laboratorio de reconocimiento fotográfico de la Fuerza Aérea. Los negativos habían pasado por muchas manos y se encontraban rayados y sucios, y las imágenes tenían una leve trepidación debido al movimiento de la cámara al realizar el disparo. Pero pudieron concluir que las luces que Hart había fotografiado eran circulares en origen. Había algo extraño, y es que a pesar de que a simple vista, las luces tenían el mismo brillo que las estrellas, en las fotos no se podían apreciar estas, mientras que las luces aparecían perfectamente visibles. Los profesores universitarios estaban convencidos de que las imágenes eran falsas, pues ellos en ningún momento habían visto las luces con ese brillo y en esa formación. Los expertos del laboratorio explicaron el brillo con la posibilidad de que las luces fuesen fuertemente brillantes en el espectro infrarrojo, no siendo visibles al ojo humano, pero si a la sensibilidad química de la película. Respecto a la formación, aunque ellos por lo general habían visto un grupo desordenado de luces, en la primera ocasión, las luces si guardaron una formación semicircular. ¿Quién puede negar que la fotografía se tomara en un momento en el que las luces se situaron de esa manera? De hecho esa formación fue la vista por la ranchera en Lubbock y la pareja de Albuquerque. Es evidente que los profesores no tuvieron por qué coincidir mirando al cielo en todas las "funciones" que ofrecieron las luces. Por cierto, ahora que hablamos de las fotografías, existe un baile de fechas con las fotos. Y es que aunque Ruppelt dice que se realizaron la noche del 31 de Agosto, en los documentos desclasificados que he podido recabar y que puedes consultar con calma si miras en mi web, la fecha que se ha puesto es la del 30 de Agosto. La conclusión de Ruppelt respecto a las fotos es que no se pudo demostrar, ni que las fotografías fuesen un engaño, ni que fuesen genuinas. Sobre la teoría de los pájaros cuyo pecho reflejaba las luces de la ciudad, tenemos pros y contras. Un punto a favor de esta teoría es que explicaría el motivo de que cuando los profesores se alejaban de la ciudad hacia el norte y el sur para triangular la altura de las luces, no las veían, mientras que sus mujeres en sus casas sí. Esto significaría que las aves volaban lo suficientemente bajo como para no ser vistas de lejos, pero sí desde debajo, a unos cuantos metros de altura. De todas formas, los científicos no estaban muy conformes con esta teoría, pues estimaban la distancia de las luces a una altura mucho mayor de la que llevarían estas bandadas de pájaros. Posteriormente, El Dr. Hynek, ya como consultor científico del Proyecto Blue Book, contactó con uno de los profesores de la universidad en 1959 y este le refirió, que después de una cuidadosa investigación, había llegado a la conclusión de que habían estado observando los famosos chorlitos. Otro punto a favor de esta hipótesis, es que varias zonas de Lubbock se iluminaban con lámparas de vapor de mercurio, que daban una luz con dominante azulada. Lo cual podría justificar incluso el color verdiazulado de las luces. La contra venía cuando personas alejadas de esas zonas del centro de Lubbok también habían observado el fenómeno. Rizando el rizo, El Sr Hans, director fotográfico del periódico local, decidió comprobar la teoría por sí mismo . Subió a un tejado equipado con una cámara con la intención de fotografiar bandadas de patos por la noche. Cuando veía pasar una bandada de patos, disparaba una foto. Aun utilizando flash, era imposible repetir las fotos del joven Hart. El Señor Harris, editor del periódico, llegó a la conclusión de que algunas personas habían visto pájaros mientras buscaban las luces y se habían sentido satisfechas con la explicación. Pero que muchas otras personas, incluso cazadores, habían visto las luces y aseguraban que aquello era otra cosa. No eran aves iluminadas por las farolas. En su libro sobre el fenómeno ovni de 1956, el capitán Ruppelt afirmó que aunque en un principio dio por válida la teoría de los pájaros, las luces de Lubbock fueron identificadas con otro fenómeno natural y muy fácilmente explicable. Pero que el científico que se pasó meses investigando, y había resuelto el dilema, le había pedido anonimato, y explicar su historia, equivaldría a desvelar su identidad. Por lo que finalmente, en cuanto a la versión oficial, como siempre, nos quedamos como estábamos. Y yo, a estas alturas de la película, como siempre, tengo más dudas que cuando empecé a informarme sobre el caso: ¿Vieron todos los testigos en Lubbock lo mismo? Si esto fue así, ¿Por qué unos se muestran firmemente convencidos de la teoría de las aves y otros la niegan con rotundidad? ¿Están relacionados los sucesos en Albuquerque y Lubbock? De ser así, teniendo en cuenta la distancia entre las dos localizaciones y el tiempo entre los sucesos, podríamos deducir que lo que fuesen aquellas luces, si es que respondían al mismo origen, se había desplazado a una velocidad aproximada de 1400 Km/h. Esto incluso se correspondería con la velocidad de los objetos detectados en el radar en la base de Larson, en Washington la mañana siguiente. Supongamos que fuese un avión. Esto no sería imposible, pues en el 47 ya se habían alcanzado oficialmente velocidades supersónicas. ¿Pero qué ocurre con el ruido? ¿Qué aeronave vuela a esa velocidad sin emitir sonido? Vayamos al tamaño y la altura. En la actualidad una altitud media de crucero de un avión comercial son 36.000 pies, que equivalen a unos 11.000 metros. Y se ve bastante pequeñito. A esa altura, por lo general ya no se escuchan. Vamos a ser un poco más comedidos y vamos a hablar de 10.000 pies, que son unos 3.000 metros, y que podría ser la altitud de vuelo de una avioneta sin llegar a su techo. (aunque a esta la oiríamos un poco más) Pues bien, con los cálculos de los profesores en la mano, por su velocidad angular podríamos deducir que a esa altura, las luces que veían pasar, llevarían una velocidad de unos 5.800 Km/h y que por su tamaño aparente, a esa altura, si todo el conjunto de luces fuese un solo objeto, podría medir unos 530 metros. De lo cual deducimos, que o realmente aquello era algo enorme y asombroso, fuera de nuestra comprensión, o que su altura de vuelo era muy inferior, con lo cual se reducirían el tamaño y la velocidad, pero de ser un vehículo propulsado volveríamos al tema del ruido. Sobre la teoría de los pájaros: Personalmente, podría valerme, porque me encajan cosas como que podrían volar bajo sin hacer ruido, pero hay otras que no me cuadran. Sobre todo: ¿Por qué tanto revuelo por algo tan habitual como que una bandada de pájaros cruce el cielo de una ciudad? ¿A nadie le llamó la atención hasta el momento? ¿A nadie le llamó la atención después? ¿Por qué hay testigos en zonas donde la iluminación urbana no era lo suficientemente intensa como para alumbrar la pechera de los pájaros que volaban? Según los testigos de Albuquerque, y también en palabras de la ranchera que recogía la colada en el patio en Lubbock, aquello era "un avión". Es decir: un objeto sólido y con volumen. ¿Se corresponde esto con una bandada de pájaros? ¿Estaban los testigos viendo cosas diferentes? Dado que el director de foto del periódico intento (incluso con mejores medios) replicar las imágenes de Hart suponiendo que lo fotografiado eran pájaros, y no lo consiguió, ¿debemos deducir que las fotografías del joven son un fraude? Me resulta muy llamativo el detalle que menciona el libro Proyecto Blue Book de Brad Steiger: Los avistamientos se sucedían con un plan rígido: Aparecían alrededor de las 9:20 de la noche y se repetían hasta tres veces con un intervalo de 1 hora y 1o minutos. Es en este libro el único sitio en el que he leído este detalle. Pero de ser cierto, ¿Tiene algún sentido? ¿Tienen horario los paseos o migraciones nocturnas de aves? ¿Los testigos estaban presenciando algún tipo de prueba militar de una nueva tecnología? De hecho esta es una de las teorías que barajaban en un principio los profesores y el editor del periódico, hasta que los militares se pusieron a investigar el caso… Aun así, supongamos que realmente era un proyecto secreto y los militares acudieron más que a investigar el suceso, a recabar información sobre cuánto habían visto los testigos. O a sembrar la semilla de la tan famosa ocultación con la excusa en este caso de los pájaros. O retorciéndolo más, retractándose de la teoría de los pájaros, y diciendo: La causa es natural pero no la podemos decir por no comprometer la privacidad de la persona que la ha descubierto… ¿Por qué, tres cuartos de siglo después esa tecnología no ha salido a la luz o esos proyectos no se han desclasificado como ha ocurrido con otros? Siempre he tenido una duda con el tema de que los ovnis sean proyectos secretos o incluso fantaseando un poco más, tecnología extraterrestre o extradimensional. ¿Por qué alguien que maneja esa tecnología, y lo hace de manera tan esquiva y casi en secreto, con dispositivos que evitan los radares, no hacen ruido, etc… luego los llena de luces como si fuesen atracciones de feria? A estas interrogantes y a otras más que se me ocurren, yo no tengo una respuesta. Solo puedo darte un consejo. Reflexiona, consulta, bebe información de todas las fuentes que puedas. Y si puedes, investiga. Quizá así puedas desvelar el factor enigma que descifra este caso. Yo, por mi parte, ahora debo dejarte. Vuelve cuando quieras, que estaré encantado de recibirte y contarte más historias. Te recuerdo que puedes visitar mi web en elfactorenigma.com en la que encontrarás información sobre este y otros casos, acceso a todas mis redes sociales e incluso si lo deseas, la versión transcrita a texto de este podcast. Y si tienes algo que contarme o quieres dejarme tu opinión sobre el caso, puedes hacerlo a través de los comentarios de IVOOX, o de las redes sociales. Suscríbete para estar al día y no olvides darle al me gusta, para que así, este humilde curioso sepa que estás ahí y siga contándote cosas. Te deseo que hasta nuestro próximo encuentro seas feliz, y que jamás dejes de maravillarte ante el misterio.
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¡Hola! ¿Ya has llegado? Espero que estés bien. Te doy la bienvenida a mi rincón, donde entre libros, documentos, legajos, y cajones llenos de pruebas y objetos asombrosos, repaso junto a ti los más misteriosos sucesos. ¿Te apetece saber qué tengo hoy entre manos? Pues me has vuelto a cazar con las narices metidas en un asunto OVNI.Y si, otra vez se trata de un caso que está entre los grandes clásicos de la materia. Probablemente sea el más conocido en el país en el que tuvo lugar. Un país, por cierto, con amplia casuística de no identificados. Se trata de un suceso con nombre propio ocurrido en la segunda mitad de los años 70, y cuyo protagonista ha variado su versión de los hechos en más de una ocasión desde entonces. Es posible que esto en otras circunstancias, hiciese caer por tierra la veracidad del caso. El problema es que estos cambios de versión parecen ajustarse a las actuales creencias religiosas del protagonista, y que el resto de testigos parecen mantener su primera versión de los hechos. Tiempo atrás, nuestro protagonista anunció que estaba preparando un libro, que aunque teóricamente debería haber salido en 1999, jamás llegó a ver la luz. Pero bueno, como siempre, yo me voy a limitar a compartir contigo lo que he podido averiguar del suceso, para que tú y solo tú, decidas con qué conclusión te quedas, o si deseas seguir indagando en el asunto. Quien sabe, quizá puedas encontrar el factor enigma de este caso… Tengo mis dudas sobre cómo clasificar el encuentro. ¿Podría ser un encuentro de primer tipo? Evidentemente sí. Hay unas luces que bajan del cielo y se sitúan a una distancia suficientemente próxima como para asegurar que no se trata de algo conocido. ¿Del segundo tipo? También. Aunque no hay evidencia física de un aterrizaje (que se sepa), el principal protagonista de los hechos deja de ser visto por un lapso de tiempo por el resto de las testigos. Y a su regreso, parece presentar alteraciones psicológicas y físicas, achacables incluso a una especie de "salto en el tiempo”. ¿Tercer o cuarto tipos? Pues qué quieres que te diga… Eso depende de lo que ocurriese con el testigo principal, que no está muy claro, pero si hacemos caso a los testimonios originales, podríamos hablar de una abducción, aunque bien es cierto que ese "salto en el tiempo" del que te hablaba antes transcurrió de forma totalmente inversa a la que suele ser habitual en estos casos. Quizá es el momento de que deje de darte pistas y comience a contarte lo que se dice que ocurrió en Pampa Lluscuma, a 5 kilómetros de la localidad de Putre, al norte de Chile. Quizá ya es hora de que te hable de aquel grupo de siete jóvenes soldados al mando del cabo Armando Valdés, y de lo que les aconteció aquella madrugada del 25 de abril de 1977. Así que toma asiento y acomódate mientras te preparo una taza de té caliente. Aunque hoy quizá prefieras un mate de coca y chachacoma para evitar el mal de altura del altiplano chileno. A través de la Carretera Internacional Chile Nº11 que lleva hasta Bolivia, en plena precordillera andina, a unos 3600 metros sobre el nivel del mar, se enclava la engañosamente pequeña comuna de Putre. Y cuando digo engañosamente pequeña, me refiero a que pese a tener un humilde núcleo urbano, en el que viven las tres cuartas partes de una población 2765 personas según el censo de 2017, al que ni siquiera llega la red de distribución eléctrica, dispone de una extensión de 5900 kilómetros cuadrados. Para que te hagas una idea, la capital del país, Santiago, solo tiene 837 km2 y Madrid tiene 604. Eso implica una densidad de población media de un putreño cada 2 kilómetros cuadrados. Quizá esta comparación te sirva para hacerte una idea de lo extremamente remoto y lo aislado del paraje. Además de una geografía volcánica con quebradas, cerros y pampas y una climatología con un gran salto térmico entre el día y la noche. Si hoy en día paseamos por la población veremos un trazado de callejas, a lo sumo empedradas, con casas bajas y sencillas, en las que viven, sobre todo, personas de la etnia aymara, que llegan a ser el 80% de la población. La siguiente etnia con presencia en el pueblo, de las diez que hay, es la Quechua en una proporción del 8,4% . Al oeste de la ciudad se ubica el Regimiento de Huamachuco, que en el momento de los sucesos que nos traen hoy hasta aquí era sólo un Destacamento de montaña, dependiente del Regimiento Rancagua, en Arica. De ese destacamento partieron junto al cabo Armando Luciano Valdés Garrido de 22 años, los 7 jóvenes que realizaban el servicio militar y que en ciertos países del sur de América son llamados conscriptos. En un principio la prensa publicó que realizaban un servicio de patrulla de montaña en esa zona casi fronteriza. Pero la verdad era otra, que por las tensiones militares con Perú y Bolivia, los países vecinos, no convenía que fuese revelada. Tiempo después se supo que la verdadera misión que llevaban a cabo el grupo de militares era el de cuidado y vigilancia de unas caballerizas que contaban con unas 350 cabezas que en caso necesario podían ser destinadas a la monta del personal del destacamento, y que por razones climáticas se encontraban en una zona más resguardada llamada Pampa Lluscuma, a unos 5 km de Putre. Se trataba de una guardia de 24 horas, de 8 a 8 de la mañana. Durante el día, la labor consistía en el mantenimiento del ganado y las pesebreras: Alimentar, abrevar, y cuidar a los caballos. Y durante la fría noche, realizaban guardias de dos en dos para garantizar la seguridad de los animales y la instalación. Esta, aunque hoy en día ha sufrido notables cambios, consistía en terreno rectangular delimitado por un lado por una alambrada y por los otros tres por un edificio con forma de "c". Este estaba construido con muretes o pircas de piedra y adobe de poco más de metro y medio, que se suplementaba en altura con unas barras, que a su vez soportaban un techado de zinc. Esta especie de nave se hallaba dividida en zonas por muretes interiores, proveyendo además de espacio para el resguardo del ganado, de zonas para guardar el forraje, herrajes e incluso un pequeño polvorín en el que almacenaban explosivos. Ese día 24 de abril de 1977, el Cabo Valdés debía estar de permiso, pero el llegar tarde a una formación había supuesto que fuese sancionado con la anulación de la libranza y la adjudicación de esa guardia, que en principio debía haber correspondido al entonces también cabo Ramón Roca , amigo de Valdés. Según la versión inicial en la cual como te he comentado se censuró el tema de los caballos, la jornada transcurrió con absoluta normalidad, y llegada la noche mientras parte del grupo se encontraba junto al fuego al resguardo del frio de Pampa Lluscuma, charlando para no dormirse, Juan Reyes y Pedro Rosales, los dos conscriptos que permanecían de guardia dieron la voz de alarma, al observar unas inusuales luces. Rondarían las 4 de la madrugada. Entonces el Cabo Valdés se acercó al punto en el que estaban los conscriptos. Aún no los veía debido a la oscuridad de la noche. Pero miró en dirección al camino que bajaba de Putre, y no vio nada. Por lo cual volvió a preguntar a los soldados. Ellos dijeron: ¡Ahí arriba! Entonces el miró a la zona por donde pasaba la carretera internacional que te he mencionado antes. Pero tampoco vio nada. En ese momento se percató de que el conscripto Rosales estaba señalando al cielo. Una luminaria iba descendiendo prácticamente en vertical. En un primer momento pensó que se trataba de un meteoro que se iría desintegrando en su descenso por la atmósfera, pero la luz se perdió tras un cercano cerro. Los soldados podían ver que el resplandor permanecía tras la montaña. Valdés entendió que el meteorito había caído a tierra tras el cerro, y se giró para mandar ensillar un caballo para ir hasta allí al rescate de la piedra. Estimaba la distancia en algo más de un kilómetro y medio. Fue entonces cuando una segunda luz descendió, esta vez no detrás del cerro, sino por delante de él. Se trataba de una fuerte luz ovalada con dos pequeñas luminarias rojizas en los extremos. Como si se tratase de balizas de posición o algo similar. Se situó a una distancia de unos 500 metros, e iluminaba toda la zona, permitiendo apreciar todos los contornos del terreno. A estas alturas, ya los 8 hombres se habían puesto en guardia y observaban con atención el fenómeno desde el interior de la caballeriza. Aunque a casusa de la censura no lo mencionaron en su primer informe, los caballos habían hecho un rotundo silencio, y se habían apelotonado en el extremo de la pirca en la que ellos se encontraban, mirando fijamente a la luz, y bregando entre ellos por no permanecer en la primera línea, de forma que llegaron incluso a derribar parcialmente un trozo de muro. A su vez, Huamachuco, un osado perro del destacamento, que les había acompañado esa jornada, se mostraba intranquilo, temeroso y con el rabo entre las piernas. Como aquella luz hizo amago de acercarse, Valdés dio por hecho que la pequeña hoguera estaba llamando su atención, por lo que ordenó cubrirla con mantas. El pánico ante lo desconocido comenzó a causar mella en la patrulla. ¿Qué era aquello que los acosaba? Entendiendo que el fenómeno obraba con inteligencia, Valdés le exigió que se identificara, invocando incluso el nombre de Dios. Viendo que la situación comenzaba a descontrolarse, con sollozos, llantos y oraciones, el cabo, como forma de afianzar a sus hombres, les hizo colocarse juntos y con los brazos entrelazados y replegarse a la pesebrera, donde aún veían perfectamente la luz por el espacio existente entre el murete de piedra y el techo de zinc. Así, fuese lo que fuese lo que la luz quería de ellos, permanecerían juntos y juntos asumirían su destino El cabo Valdés, entonces, movido no está muy claro por qué, se separó del grupo y avanzó un poco hacia la ancha puerta de la pirca. Pese a los gritos del resto de los hombres, que intentaban desanimarle y le instaban a regresar, Armando Valdés no se detuvo, y nada más rebasar le entrada de la pesebrera dejó de ser visto por los conscriptos. Ante la desaparición de su superior, el desconcierto campaba a sus anchas entre los reclutas. ¿Qué debían hacer? ¿Ir en su busca? ¿Esperar a su regreso? Entre dudas, rezos y discusiones sobre las acciones a realizar, transcurrieron unos 15 minutos, tras los cuales el cabo Valdés, simplemente reapareció, con una angustiada exclamación: ¡Muchachos…! Y prácticamente desfalleció. Fue inmediatamente socorrido por los soldados, que como pudieron le acomodaron tumbándolo junto al fuego. Ese fue el momento en el que pronunció la que quizá sea la frase más famosa de este caso: “Ustedes no saben quiénes somos, ni de dónde venimos... pero les digo que pronto volveremos...”. Después volvió a caer inconsciente, y permaneció dormido hasta las 7 de la mañana. Fue durante ese estado de inconsciencia cuando sus hombres cayeron en un detalle: El cabo lucía una crecida barba, prohibida por el reglamento militar. Posteriormente, se darían cuenta de que el reloj de Valdés, se había detenido a las 4:30 y su calendario se había adelantado 5 días, hasta el 30 de abril. La luz continuó en Pampa Lluscuma hasta el despertar el día. - - - - Y así fue como se relató en un primer momento lo acontecido en Pampa Lluscuma. Con la única alteración de que en lugar de mencionarse que la guardia era en un recinto ganadero, se habló de que era una patrulla que vigilaba la zona fronteriza. Y en lugar de mencionar el extraño comportamiento de los caballos, se habló de unas ovejas que andaban por la zona donde hacían ronda los soldados. El día 16 de mayo apareció la primera noticia del suceso en el periódico local "La estrella de Arica" de la pluma del corresponsal putreño Pedro Araneda. Este hombre, profesor de artesanía y con gran afición por el tema OVNI, fue el primero en entrevistarse con los testigos, pocas horas después de los sucesos. Diferentes fragmentos de esa entrevista fueron publicados a lo largo de los siguientes días. Prácticamente de manera inmediata la noticia dio el salto a la prensa nacional e internacional, aunque mucha de esta prensa simplemente se hacía eco de lo publicado por la Estrella de Arica, que manó acudir al lugar a los enviados especiales Luis Maturana Carter y Luis Daroch que publicaron otro artículo el día 17. El día 18 el gobierno establecía una censura previa a las publicaciones sobre OVNIS. El 19, el propio gobierno emitía una nota de prensa en la que expresaba estos tres puntos al respecto del caso OVNI en Putre: 1.- El Ejército no se pronuncia respecto a los hechos mismos relatados por los integrantes de la patrulla; 2.- Desde el momento que sucedió el hecho hasta que éste fue dado a conocer por la prensa no se había dado versión oficial por parte de la Institución; 3.- Conforme a las consultas realizadas por vía oficial se manifiesta que las versiones dadas por la prensa hasta este momento son en lo general coincidentes con los relatos de los integrantes de la patrulla” Ese mismo día 18 Pablo Honorato, reconocido reportero entrevistaba a Valdés para el Canal 13 de Televisión. En esta entrevista, el cabo narra el suceso por propia experiencia hasta el momento en el que se dirige a la luz. A partir de ahí, explica que el no recuerda nada, sobre su ausencia y su reaparición, y que lo que sabe es lo que le han contado los conscriptos. También afirma (dato importante, como verás más adelante) que él llegó a esa guardia perfectamente afeitado. Asegura que si el suceso hubiese transcurrido solo con la presencia de la luz, sin que nada le ocurriese a él, tal revuelo no se habría formado, pues muchos militares, incluso oficiales estaban habituados a ver luces extrañas en la zona. A partir de estas declaraciones, el cabo Valdés se mantuvo en un discreto segundo plano, buscando el anonimato. La información más reseñable que se filtró fue que Armando Valdés habría permanecido un tiempo ingresado en el Hospital Militar de Santiago para que se realizara una valoración de su estado físico y psicológico. De esta estancia hospitalaria te comentaré después un par de detalles. En 1983, realizó una fugaz aparición en prensa a raíz de otro incidente ovni mucho más sencillo en el que fue testigo junto a otros militares en 1980. En estas breves declaraciones para el periodista Juan Jorge Faundes evadía hablar del asunto de Putre diciendo que él no recordaba nada de los 15 minutos en los que estuvo desaparecido, y sus palabras empezaron a mostrar indicios de que ya existía el apego al evangelismo que finalmente le llevaría a ser Pastor de una congregación. Con los años, iría dejando entrever que asumía la teoría de expertos evangélicos que tenían la convicción que las abducciones son fenómenos demoníacos previos al verdadero rapto de la Iglesia, mediante el cual Dios salvará a los elegidos en el Apocalipsis. El caso no vuelve a saltar a la palestra fuera de los círculos ufológicos hasta mayo de 1999, cuando la Televisión Nacional de Chile, emite un episodio de la serie OVNI, en la que reputado presentador Patricio Bañados recupera el caso en un programa sobre los sucesos, en el que se muestran varias primicias. Si quieres, puedes ver este programa, ya que está disponible en YouTube. Por primera vez sale a la luz pública el dato de que los militares no formaban una patrulla fronteriza. Que la guardia de aquella noche tenía como objetivo el cuidado de los establos de caballería del destacamento de Putre, debido a lo cual no llevaban armas ni equipos de radio. En ese programa aparecen las declaraciones de dos de los conscriptos testigos de aquella noche: Humberto Rojas y Raúl Salinas. También aportaron su visión de los hechos el reportero de la Estrella de Arica Luis Maturana, que entrevistó a los testigos en los primeros días, y Pedro Durcudoy, que en el 77 era el capitán del destacamento Huamachuco. Valdés no aparece en ese programa, y según asegura Patricio Abusleme, escritor del libro sobre el caso "La noche de los Centinelas" y que ha investigado el caso en profundidad, esto se debió a dos razones: Por un lado la institución castrense no concedió permiso a la productora para realizar la entrevista, y por otro lado, no hubo acuerdo económico con Valdés. Prácticamente un mes después, Valdés abandona la vida militar y a los pocos días aparece en el programa "De Pe a Pa" del periodista Pedro Carcuro, también en la Televisión Nacional de Chile. Al comienzo de la entrevista, Valdés asegura que dejar el ejército ha sido una decisión difícil, pero que lo ha hecho en pós de un mensaje que tiene que dar. ¿Quizá también tuvieron algo que ver los 20.000 dólares que se dice que cobró por esta entrevista? Esto es más de lo que hubiese ganado como militar hasta su retiro. Pero quédate con el detalle del mensaje. Explicándolo todo frente a una pizarra en la que se había dibujado la zona de Pampa Lluscuma en la que transcurren los hechos, se puede decir que su relato se mantiene como hace 22 años, con la única diferencia del tema de los caballos, que como te he dicho, fue censurado por cuestiones estratégicas. En el momento concreto de su separación de los hombres, comienzan las primicias, pues asegura que rebasó una especie de portal, que recibió un mensaje de manera telepática por parte de la inteligencia que tenía delante, y que él en ningún momento dejó de ver a sus compañeros, pese a que estos no le viesen a él. La narración de su regreso corresponde a grandes rasgos con lo que ya sabíamos anteriormente, incluyendo el crecimiento de la barba, que él estima al equivalente de entre 5 y 10 días y el adelantamiento de la fecha del del reloj en 5 jornadas. Un reloj, que por cierto desapareció sin que quede muy claro dónde ni cómo. Finaliza la entrevista confesando que desde el encuentro en Putre conserva, sin saber por qué cierta obsesión con la letra H, que las sensaciones que tuvo le llevaron a pensar que esa inteligencia que percibió no era buena, sino negativa, y que posteriormente recibió la visita de seres extraños a los que llamó "hombres de negro". También habló de que estaba preparando un libro con el periodista Víctor Gutiérrez, pero ese libro, a fecha de hoy, aún no ha visto la luz. Con el nuevo milenio, en abril de 2002, 25 años después del suceso, el periodista Carlos Vergara comunicó con Valdés, y obtuvo una declaración asombrosa: "Nunca fui abducido, pero me ocurrió otro fenómeno. Algo muy de la tierra. Y me ocurrió con un objetivo que acabo de descubrir. En el libro cuento cosas futuras." En ese mismo año 2002, el anteriormente mencionado Patricio Abusleme, en su libro "La noche de los centinelas”, narra cómo consigue encontrarse con Valdés y este le confiesa que todo fue una broma que se le escapó de las manos. Que cuando se dirigió a la luz, saliendo de la pesebrera, se desplazó hasta el lateral del muro, y se puso a orinar. Que desde detrás de la pirca escuchó el miedo de los conscriptos ante su ausencia, y que planeaban disparar hacia el objeto, así que continuando con la "chanza", regresó, montando el paripé del desmayo y de la famosa frase de "ustedes no saben quiénes somos ni de dónde venimos, pero volveremos". Valdés también explica a Abusleme que había acudido a la guardia sin afeitar desde hacía días, y que por eso la tenía crecida. Respecto al reloj, se trataba de un Omega de cuerda, que ya estaba estropeado anteriormente. También le menciona un detalle no conocido hasta el momento: Según Armando el hecho no ocurrió a la hora que inicialmente se dijo, es decir sobre las cuatro de la mañana sino mucho más cerca de la medianoche. Evidentemente al asegurar no tener un reloj operativo, tenía que basar su afirmación en otra cosa: Alguien había llevado a la guardia una petaca de un litro de cocoroco, que es un licor muy fuerte, de 96 grados. Como estaba prohibido beber durante las guardias, para evitar ser cazados por una inspección sorpresa, solo bebían una vez pasadas las 12 de la noche, cuando ya sabían que nadie iba a ir a vigilarlos. Y esa hora era reconocible porque se apagaban las luces del poblado de Putre, que funcionaban con un generador. Valdés asegura, que al comenzar todo el fenómeno solicitó que le entregasen el licor para deshacerse de él, y que nadie pensara que estaban borrachos. Pero que la botella estaba prácticamente llena, por lo que no creía que hubiese pasado mucho tiempo desde la medianoche. De todas formas, les dijo que la existencia del cocoroco no debía conocerse nunca. Tras este encuentro con Valdés, Abusleme, que para mí es el investigador que probablemente más de cerca haya estudiado el caso, programó un viaje en noviembre de ese 2002 en el que junto al exmilitar visitaría el lugar de los hechos. En la visita a Pampa Lluscuma, Abusleme grabó una interesante declaración de Valdés, que también puedes ver en YouTube, en la que narra a la cámara su nueva versión de los hechos: La de que fue a orinar, y decidió gastar una broma a los conscriptos. No niega las luces, no niega sus malos presentimientos con respecto a estas, y la certeza de que lo que tenían delante estaba inteligentemente controlado. Pero niega la abducción. Asegura que nunca fue "raptado". Durante ese viaje, antes de ir a Pampa Lluscuma, tuvieron un encuentro en Arica con Ramón Luis Roca Briceño, amigo de Valdés, y que era quien debía haber hecho la guardia de la noche de autos, pero que fue sustituido por Valdés a causa del castigo. En esta visita, se aclaró, que aunque Roca interrogó a los testigos, no lo hizo bajo orden de la institución, sino por iniciativa personal, ya que Valdés era su amigo y los conscriptos eran sus hombres. Se enfrentaron las versiones de Valdés y Roca, manteniendo Roca que la mañana que comenzaba la guardia, se había afeitado junto a Valdés. Y ya que hablamos sobre si el ejército chileno investigó o no el asunto , cabría hablar de que Valdés, un par de meses después de los sucesos fue internado en el hospital militar de Santiago, en el que fue sometido a un intenso examen físico y psicológico. Pero no por iniciativa directa de la cúpula del ejército, sino por la simple solicitud del jefe de Psiquiatría de dicho hospital, Roberto Emilio Lailhacar que se interesó al leer la noticia en la prensa. En el libro de Abusleme aparecen interesantes detalles sobre este internamiento, y algo más: La transcripción del informe médico y valoración psicológica pertinente, que consiguió indirectamente, ya que cuando lo solicitó oficialmente le fue denegado. Pero por casualidad, parece ser que el investigador español Juan José Benítez, tras una entrevista con el mismísimo Pinochet tuvo acceso a ese informe, este se lo prestó al propio Valdés, que hizo una copia, que posteriormente facilitó a Abusleme. El resumen de este informe es que el suceso fue un proceso alucinatorio, y que Valdés es un sujeto con mucha imaginación y tendente a fantasear. Hay una cuestión en este capítulo, que personalmente me parece más interesante que el dossier en sí mismo. Y es que, según el autor del libro, la fotocopia que recibió de manos de Valdés estaba rodeada de anotaciones de su puño y letra en las que, por decirlo de alguna manera, había ido contestando y refutando el informe médico. Pero casualmente, en esas anotaciones habla del suceso como algo totalmente real y no menciona que se tratara de una broma que se le fue de las manos. Valdés siempre jugó con la posibilidad de someterse a una sesión de hipnosis regresiva, pero de manera oficial nunca lo hizo. Aunque reconoce que en una ocasión lo intentó, sin resultados, con un grupo de amigos. En su libro, Patricio Abusleme menciona que consiguió averiguar quién dirigió esa sesión de hipnosis en 1999, y que esta persona, ex oficial de Sanidad del Ejercito, asegura que la sesión no fue infructuosa. Que Armando Valdés en trance hipnótico narró que se acercó a esa luz y subió al objeto que la emitía. Que allí había tres sujetos con apariencia humana y cascos blancos. Que podría tratarse de un helicóptero… y ahí la narración se interrumpe, porque ante el oficial Sanitario y los otros dos testigos de la sesión, Valdés comienza a levitar elevándose 15 centímetros por encima de la cama. Entonces tres pequeñas esferas luminosas aparecieron en la habitación, y ante la exclamación de sorpresa de uno de los testigos, las luces desaparecieron y Valdés salió del trance cayendo de golpe sobre la cama. Extraño, ¿verdad? --- Y ahora vamos a dejar un poco de lado a Armando Valdés, porque no debemos olvidar, que además del cabo, en aquella guardia había otros siete hombres. Siete hombres que vivieron el asedio de aquella luz, y que tantos años después, lo recuerdan, cada cual con sus matices. Alguno de ellos nunca ha querido hablar. Uno de ellos ya ha fallecido. Otros se han mostrado enfadados pues aseguran que Valdés ha ido cambiando su narración, con la intención de adaptar los hechos a sus ideas religiosas, y con la intención de buscar lucro con el famoso libro que aún no ha visto la luz. En general, afirman que los hechos (con alguna variación que puede deberse al paso del tiempo) son básicamente los mismos que se narraron en un principio. Quizá hay uno que destaca sobre los demás. Se trata de Raúl Salinas. Además de ofrecer la versión más adornada de los sucesos, con descripciones incluso de una verdadera "nave espacial" con enormes ventanales, este conscripto asegura que aquella noche en Pampa Lluscuma vio un ser mitad humano, y mitad reptil, y que a posteriori ha vivido diferentes experiencias de contacto. Ha dado varias conferencias sobre el asunto y ha aparecido en radio y televisión. Algunas de estas comparecencias también están disponibles en Internet. El periodista Cristian Riffo Morales escribió un libro llamado "Encuentro ovni en Putre, el caso del cabo Valdés" basado en las vivencias del exconscripto. Y como siempre me pasa, cuanto más averiguo sobre los casos, más preguntas me hago: ¿Qué fueron aquellas luces que vieron los soldados? ¿Qué ocurrió al cabo Valdés durante esos 15 minutos que estuvo desaparecido? ¿Es cierto que estuvo orinando y decidió gastar una broma a sus compañeros al regresar? ¿O como aseguran los conscriptos Valdés no fingía cuando volvió, sino que realmente sufrió una extraña experiencia y posteriormente varió su relato para adaptarlo a sus creencias religiosas? ¿A qué se enfrentaron? ¿Es posible que como dicen algunos investigadores, todo se tratase de un montaje del dictador Pinochet para desviar la atención de otros asuntos? Según las investigaciones posteriores, el Ejercito como institución no prestó demasiada atención a los sucesos, al margen del interés personal de alguno de sus miembros. ¿O podría explicarse el caso con la experimentación de armas químicas y psicológicas por parte de agencias militares y de inteligencia de cierto país con una bandera con barras y estrellas, tal y como indican otras teorías? ¿Qué ocurrió realmente con la barba de Valdés? Tras su cambio de versión, él asegura que llevaba días sin afeitar, y el resto de las testigos y personas consultadas afirman que eso hubiera sido imposible, pues era su obligación presentarse afeitado a las guardias. Y en esta, que era una guardia de castigo, evidentemente con más razón. Además, de haber ido sin afeitar, los hombres que llevaban con él desde las 8 de la mañana anterior, se hubiesen percatado de ese detalle. Por otro lado, el entonces cabo Ramón Roca, amigo de nuestro protagonista, aseguró y mantuvo que la mañana anterior se había afeitado junto a Valdés. Otra cuestión es la del reloj. ¿Estaba averiado antes del suceso? ¿Era un reloj analógico o digital? Las versiones sobre el tipo y el modelo han sido varias a lo largo del tiempo. Podemos recurrir a las imágenes de la entrevista de Pablo Honorato a Valdés el 18 de mayo del 77, suponiendo que El cabo mantuviese el mismo reloj un mes después de los sucesos. Se trataba de un modelo digital de Seiko. Lo curioso es que normalmente cuando un reloj digital se estropea, lo habitual es que se apague, no que se pare a una hora determinada. Y, aun así, si se hubiese parado días antes, la fecha sería anterior, no 5 días posterior… En esto se diferencia el caso de otros de tiempo perdido. Normalmente el sujeto abducido regresa y se da cuenta de que ha transcurrido un tiempo que él no recuerda haber vivido. En este caso el sujeto regresa con evidencias de que ha transcurrido mucho tiempo, cuando en realidad sólo han pasado 15 minutos. Existe otra pequeña contradicción, que quizá podría ser explicada por que con el paso del tiempo, los testigos no recuerdan con exactitud . Pero según Valdés, los 8 militares permanecieron en Pampa Lluscuma hasta la llegada del relevo a las 8 de la mañana. En cualquier caso, asegura que hubiese ido contra las normas dejar solos a los hombres abandonando el lugar de la guardia de la que estaba al mando.